martes, 28 de febrero de 2012

Y LA SALUD POR DONDE VA

Susana Chávez A.
Integrante de Ciudadanos por el Cambio (CxC)

Hace algún tiempo, la Dra. Asa Cristina Laurell, escribió un artículo muy interesante, en base a la siguiente pregunta: “¿Pueden los seguros garantizar el acceso a la salud? La respuesta que desarrolla, basándose en una revisión exhaustiva de la realidad latinoamericana y del sistema europeo (que no ha hecho uso de este mecanismo) es que no, dado que los seguros no están conceptualizados como un mecanismo de justicia social, sino, como la autora señala, están orientados a “acotar los excesos del sistema de salud más ineficiente y caro del mundo”, como es el caso del sistema sanitario norteamericano.

En el Perú, bajo la influencia y apoyo del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional (FMI), Fujimori inició el sistema del aseguramiento a través de pruebas pilotos como el seguro materno infantil y el seguro escolar. Esto se consolidó con el Gobierno de García a través de lo que se denominó el “Aseguramiento Universal” alineándonos de esta manera a un modelo eminentemente económico y bastante lejano del derecho a la salud.

Razones no le faltan a la autora para sustentar su respuesta pues señala que en ninguno de los países en donde el aseguramiento es el mecanismo de financiamiento de la salud pública (como Chile, Colombia y México) se ha logrado la inclusión de los más pobres, ni se ha demostrado su racionalidad financiera y, muy por el contrario, tanto el gasto público como el privado se ha incrementado así como los costos asumidos por los y las usuarias.

Según este análisis quien más ha ganado con este sistema ha sido el sector privado desde los servicios más precarios hasta las grandes corporaciones privadas de la salud, y pareciera que con la actual gestión del Premier Valdez nada hará cambiar este rumbo.

Es importante notar que durante el debate electoral la salud estuvo muy presente y fue uno de los factores, junto con la educación, que animó a personas como yo, a definir un apoyo a la campaña y luego al gobierno elegido. El Plan de la Gran Transformación señala como tema central “recuperar el carácter integral y universal del derecho a la salud de todos los ciudadanos sin diferencia alguna de extracción social, étnica, edad, género, orientación sexual, discapacidad física y mental, vivir con VIH, SIDA, TBC, u otras condiciones”.

El carácter integral y universal al que alude el Plan de Gobierno disuena del enfoque del “aseguramiento”, hasta se puede decir que son antagónicos. Acceso universal y aseguramiento no son lo mismo y el primero sólo se puede lograr a través de una reforma sostenida del sector salud que se traduce en el fortalecimiento de un Ministerio de Salud atento principalmente de las necesidades de las poblaciones más pobres y con alcance territorial más amplio tanto en la provisión de los servicios como en el fortalecimiento de la prevención. De allí que la Hoja de Ruta recoja medidas como el SAMU (Servicio de Atención Médica de Urgencia), priorizar -más que hospitales- el fortalecimiento de redes de servicios eficientes y acordes a las necesidades en salud de cada población. Lograr estos avances no pasa por la captación individual tal como lo plantea el sistema del “aseguramiento”, sino por la intervención territorial de mejora de la atención sanitaria y de adecuados sistemas de información y de distribución de insumos. Para todo esto se necesita repensar en el sistema, sin dejar de hacer lo que hay que hacer.

Impulsar este proceso bajo el liderazgo del Ministro Tejada parece poco viable aún con el cuerpo técnico de profesionales de carrera que trabajan en el MINSA. El ministro ha optado por una gestión sin confrontación, “sin chocar con nadie” y ese nadie parece identificarse con el sector privado y parte de la jerarquía de Iglesia Católica; eso explicaría los problemas en torno a la aprobación del Reglamento de Medicamentos y su negativa para aprobar el protocolo de aborto terapéutico, ofrecido por el propio Presidente Humala.

En este contexto, con un Ministro de Salud poco coherente con la propuesta de gobierno y con un premier que reniega de la gran transformación echaron por la borda las pocas esperanzas que teníamos de avanzar en el ámbito de la salud y, al parecer, prevalecerá en el MINSA el modelo de gestión en salud fujimorista que prioriza el concepto de aseguramiento que, como se ha dicho líneas arriba, es un modelo eminentemente económico que mantiene las inequidades.

De esto pueden dar cuenta las personas que viven con VIH y que son obligados/as a usar tratamientos desfasados que generan graves daños para su salud, las miles de adolescentes expuestas al embarazo anulando toda posibilidad de futuro, quienes tienen la desgracia de ser atropellados sin contar con el SOAT, las poblaciones nativas afectadas por la hepatitis, los recluidos en los mal llamados centros de rehabilitación para adicciones debido a la ausencia de servicios de salud mental, las niñas y mujeres que son obligadas a llevar un embarazo a costa de su salud por no disponer del aborto terapéutico.

Ninguno de estos temas son de interés para el Ministro de Salud, a pesar que todas estas personas afectadas por estas tragedias sanitarias, son el ejemplo vivo de la exclusión y de espalda a esta realidad, lo que el Ministro de Salud viene diciendo es que hay que ser "positivos". A lo mejor, dentro de su propio razonamiento esto resulta lógico, pues, tal como él mismo lo ha manifestado, más que Ministro de Salud lo que a él le hubiese gustado es ser Ministro de la Felicidad.

Lima, 28 de febrero 2012

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